Los cambios que se desarrollan a través de las innovaciones son considerados como un aprendizaje. Esto significa que las instituciones educativas deberán convertirse en espacios donde los docentes y directivos aprendan desde la experiencia, de la misma manera en que ellos esperan que los estudiantes aprendan de las tareas y actividades que llevan a cabo.

A continuación, se presentan las principales características de las escuelas que innovan:

La capacidad de innovar y de emprender: se convierten en aspectos que contribuyen a la identidad de la institución educativa, que les permite ser reconocidas por sus propuestas innovadoras y que las hacen distintas a otras organizaciones.

La innovación supone un proceso constante de búsqueda y de indagación de nuevas ideas o propuestas: algunos docentes asumen su rol con una actitud de cambio en las prácticas educativas, descubriendo nuevas formas de enseñanza en la búsqueda de su desarrollo profesional y la mejora de los aprendizajes de sus estudiantes.

Existe una voluntad de cambiar las concepciones, actitudes y prácticas: diferentes autores afirman que la innovación no es solamente un proceso de mejora, sino un proceso completo de transformación, el cual comprende cambios en la organización y en la cultura de las instituciones educativas. Aumentar el número de horas de clases, o el uso de tecnologías en el aula, no pueden considerarse por sí solas como innovaciones si estas no producen cambios o mejoras en el aprendizaje de los estudiantes. 

El compromiso y la voluntad de los docentes: es difícil que dentro de una institución educativa los docentes compartan las mismas ideas respecto a la innovación. Es importante conformar un equipo que lidere este proceso y que permita crear un ambiente propicio, así como las condiciones para que el proceso de cambio sea posible.

Se llevan a cabo procesos de reflexión crítica para no caer en una práctica rutinaria: la innovación es un proceso y una actitud. No se puede catalogar a la innovación solamente como un producto, sino que también debe considerarse como un proceso siempre inconcluso, que debe estar en una constante revisión para no caer en el desarrollo de prácticas que no sean significativas.

Existe una apertura al intercambio con otros docentes: las instituciones educativas no pueden trabajar de forma aislada. En ese sentido, no solo deben integrarse a la comunidad, sino también con el exterior, mediante la participación en redes y en proyectos colaborativos.

Se fomenta un ambiente de colaboración y trabajo en equipo: el trabajo colaborativo genera nexos significativos entre docentes y directivos. Esta relación debe extenderse también a las familias y entre los estudiantes; para ello, es necesario que exista un clima institucional favorable, que permita a todos los involucrados aportar sus ideas y análisis sobre los problemas a resolver.

Adaptado de:

Unesco. (2016). Innovación educativa – Serie “Herramientas de apoyo para el trabajo docente” (Primera ed., Vol. 1). Lima, Perú: Editora Cartolan. Recuperado de https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000247005