La indagación, competencia articuladora del aprendizaje
El director Benito Cancapa convocó a un equipo de docentes para pensar juntos cómo mejorar los resultados de aprendizaje; de ahí que se dieron cuenta que, desarrollando las capacidades de indagación científica, podrían mejorar el nivel académico en los tres niveles educativos: inicial, primaria y secundaria.
Las capacidades de indagación científica están expresadas en el Currículo nacional de educación básica (CNEB) y configuran una secuencia básica de pasos que genera en los estudiantes un esquema-guion para pensar diversas situaciones (problematizar, diseñar estrategias, generar y registrar datos, analizar, evaluar y comunicar). Los profesores reconocieron que si estas capacidades se estimulan de manera transversal, podrían tener un efecto importante sobre las diversas áreas del conocimiento.
“Cuando los estudiantes manejan capacidades de indagación, aprenden a plantear situaciones problemáticas, a diseñar estrategias para investigar, a registrar información del entorno, analizarla y evaluarla desde su propia experiencia”, afirma Victoria Jiménez Loyola, una de las coordinadoras de la buena práctica.
Así surgió la idea de abordar las capacidades de la indagación científica a través de experimentos escolares.
En “modo” investigación
Pero ¿Qué hacer? Uno de los profesores propuso: “¿Y si le dedicamos una hora de la semana a la investigación y la experimentación en toda la escuela?” Eso fue lo que hicieron. De esta manera, las competencias y capacidades que eran propias del área Ciencia y tecnología fueron abordadas de manera integral en todos los niveles, articulando las diversas áreas curriculares. El día elegido para trabajar fue el día miércoles.
Todos los miércoles la escuela se ponía en “modo” investigación. Los estudiantes de inicial a secundaria, incluyendo los docentes, llegaban a la escuela en sus guardapolvos blancos. A las 11 de la mañana, en todas las aulas y laboratorios se detenía el tiempo y se llevaban a cabo diversos experimentos científicos, previamente diseñados y validados por un equipo a a cargo la profesora Victoria Jiménez Loyola, una de las conductoras de la “Buena práctica: desarrollamos la competencia de indaga a través de la hora de la investigación y experimentación”.
Planificando la experimentación
Los “miércoles científicos” eran planificados minuciosamente por todo el equipo. Ellos buscaban información en revistas, libros e internet. Los experimentos seleccionados tenían que ser fáciles de realizar, ser atractivos y tener un impacto potencial en el aprendizaje, de acuerdo con las necesidades curriculares específicas de cada grado.
Las familias aportaron con materiales (muchas veces reciclados). Así fabricaron sus propios envases, botellas y vasos descartables.
Adecuación curricular
Tiempo después, llegaron a la conclusión de que cada maestro debía elaborar sus propias fichas de investigación, teniendo en cuenta las unidades didácticas desarrolladas en clases. Se adaptó el horario y las sesiones se presentaban una vez a la quincena. Con esto, la organización mejoró y el proyecto pasó a llamarse “La hora de la investigación y la experimentación”.
Experiencias
Los experimentos fueron provechosos. Una de las experiencias consistió en conocer la composición del suelo. La maestra les dijo a sus estudiantes: “Hoy vamos a hablar del suelo. ¿Qué les gustaría saber?” Los estudiantes preguntaron: “¿Qué hay en el suelo, profesora?” La profesora los invitó a salir del aula y traer al aula un poco de tierra.
Antes de salir les preguntó: “¿Qué necesitamos para ir?” Los niños respondieron: “Cucharas, guantes para no tener contacto directo con microbios. La lupa para ver mejor.”
Una vez recogida la tierra, la pusieron sobre la mesa en papel bond. Cogieron sus lupas y empezaron a observar. Un niño encontró un insecto. Otro niño, un pedazo de vidrio. Y otro más, una piedra y una hormiga. Así fueron segregando y organizando lo que encontraban. Allí identificaron que en el suelo existen seres bióticos y abióticos. Seleccionaron los elementos abióticos: tapitas, vidrio; y también los seres bióticos: hormiga, arañita, gorgojo. A partir de esos hallazgos, elaboraron un organizador. Pusieron de título al panel “El suelo”.
“Allí analizaron a dónde pertenece cada elemento ¿A los seres vivos? ¿Por qué? Porque se alimentan, crecen y mueren. A través del panel comunicaron lo aprendido como resultado de la indagación”, dice Victoria Jiménez.
Pandemia
El año 2020, la práctica fue suspendida hasta el mes de agosto, mes en el cual retornaron las actividades. Cada quince días se llevó a cabo la hora de la experimentación, a través de pequeños experimentos hechos en casa.
¿Quieres saber cómo lo hicieron? La profesora Victoria Jiménez Loyola nos lo contará en el webinar Buenas prácticas Docentes en Ciencia y Tecnología, este miércoles 24 de marzo (de 4:00 p. m. a 5:00 p. m.), evento que será transmitido por Facebook Live de PerúEduca (https://www.facebook.com/perueduca/) y el del Minedu (https://www.facebook.com/mineduperu/), que se realiza en el marco de las actividades del Observatorio Nacional de Buenas Prácticas e Innovación Educativa.
Muy interesante su propuesta sobre vivencial para que los estudiantes desarrollen sus capacidades.
Interesante propuesta.
El proyecto me parece interesante, para lograrlo a nivel Institucional me imagino que en esas reuniones de cada 15 días planifican la temática a investigar. Felicitaciones.
Muy interesante y aportación de éste grupo.